sábado, 15 de agosto de 2015

El Sirviente y la Muerte

Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir, hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quien apreciaba mucho.

Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa. Una vez allí le contó a su señor lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra, donde tenia unos parientes, para de ese modo escapar de la Muerte.

Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra y se despidió diciéndole que si forzaba un poco la montura podría llegar a Samarra esa misma noche.

Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la muerte paseando por los bazares.

"¿Por qué has asustado a mi sirviente? -preguntó a la Muerte-. Tarde o temprano te lo vas a llevar, déjalo tranquilo mientras tanto". 
"No era mi intención asustarlo -se excusó ella-, pero no pude ocultar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra".

“ La única forma de vencer a la muerte, se da a través del duelo y es ese penoso proceso de preocupación por la persona que ha fallecido, ese duro trabajo de aflicción, esa tarea de recordar y mantener la imagen del que se ha ido, de rever su propia vida y la propia relación con él, para poder superar la existencia de su pérdida.” Cadden, 1964

lunes, 18 de enero de 2010

CERRANDO CÍRCULOS ♥ Por Paulo Coelho


Cerrando Ciclos con Amor
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.
Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto.
Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.
Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar.
Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente.
El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú. Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte mentalmente, envenenarte, y amargarte.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción.
¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.
Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.
Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.
Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad.

Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.

Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.

¡Esa es la vida!

martes, 25 de noviembre de 2008

Aprender a Manejar el Estrés

El estrés puede definirse como la respuesta de nuestro organismo para adaptarse a estímulos externos. Nos estresamos cuando tenemos que enfrentar situaciones que nos demandan habilidades que son muy difíciles de poner en práctica, por ejemplo, la paciencia en una avenida con tráfico.

El estrés es también una respuesta de nuestro cuerpo ante un cambio, por ejemplo, un ascenso en el trabajo, una enfermedad, o incluso el desvelarse por asistir a una fiesta. Se da también frente a condiciones internas que perturban nuestro equilibrio emocional (como la angustia frente a un evento importante en el trabajo o por problemas de pareja).

Estas respuestas no son malas en sí mismas, pues preparan al cuerpo para estar alerta y actuar con más rapidez frente a una situación extraordinaria. Sin embargo, el estrés manejado inadecuadamente, nos lleva a huir de la situación estresante o a enfrentarla de forma violenta.

El estrés afecta a nuestro cerebro, nervios, corazón, flujo de sangre, nivel hormonal, digestión y nuestra función muscular.

Hay dos tipos de estrés: El Euestrés, que da energía y ayuda a disfrutar de la vida, a hacerla interesante y a que los estímulos se conviertan en retos.

Por otra parte, el Diestrés hace que las personas estén enfermas, ansiosas y deprimidas. Este tipo de estrés es la causa principal de casi todas las enfermedades mentales y físicas. Entre sus efectos se cuentan la hiperactividad, trastornos alimentarios, adicciones, irritabilidad, llanto o compulsiones (por ejemplo: comprar por comprar sin poder evitarlo) falta de energía, obsesiones, tristeza y celos, entre otros.

En el trabajo el estrés puede darse por ruidos constantes, mala iluminación, temperaturas extremas o falta de higiene en el espacio laboral. También la ambigüedad de roles, funciones y responsabilidades, así como la falta de límites claros en tus relaciones laborales.

Algunas sugerencias para manejar el estrés son:

Reetiquetar tu problema. Si no puedes manejar una situación, ésta te dará problemas, así que es importante retiquetarlo dándole una connotación positiva. Por ejemplo, el tráfico no es desquiciante, es una oportunidad y un reto para ejercitar tu paciencia, así que aprovéchalo para oír tu música favorita en lugar de insultar a los otros conductores.

No reprimir todas tus ideas, sentimientos y necesidades. Es importante que no te conviertas en una olla express, trata de expresar tus ideas y necesidades de manera respetuosa y oportuna, practícalo y verás que cada vez es menos difícil.

Aprende a conocerte. Aprende a detectar en ti mismo los signos del estrés y descubre qué actividades pueden relajarte, por ejemplo, yo sé cuando estoy estresada porque me empieza a doler el estómago y la espalda, pero hay gente que tiene otros signos como dolor de cabeza o náuseas. Una forma de relajarte es salir a la tienda cuando tengas mucha tensión en la oficina.

Otra, puede ser hacer ejercicio en las noches, hacer esculturas con plastilina (es muy relajante, haz la prueba) hacer yoga o hablar con alguien. Encuentra qué es lo que a ti te funciona mejor.

Tener expectativas y metas realistas. Si te exiges más de lo que realmente puedes lograr, es muy probable que te encuentres estresado todo el tiempo. Ponte metas pequeñas y realistas, de esta forma te será más sencillo alcanzarlas y no vivirás frustrado y alterado. Una vez que logres cada pequeña meta, reconócete a ti mismo, no esperes que los demás lo hagan.

Mejora tus hábitos. Tener una dieta nutritiva que incluya todos los grupos de alimentos puede ayudar a tu sistema nervioso y a tu estado de ánimo, así como tener horarios bien establecidos para cada comida y de igual manera para el sueño. De esta forma tu cuerpo no se desestabilizará y reducirás muchísimo el estrés. También es importante dejar hábitos que sabes que no te ayudan, como el cigarro.

Es fundamental que seas constante y no aflojes el paso, recuerda que lo más valioso que tienes en la vida es a ti mismo, no te descuides. El mejor remedio contra el estrés es la felicidad.

Disfruta de tu trabajo, de tus seres queridos y de tus tiempos libres, en fin, de la vida. De esta forma te será más sencillo ver las cosas positivas y no sentirte estresado.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Mamás a toda prueba

Son muchas las circunstancias que llevan a una mujer a enfrentar sola la crianza de sus hijos. Las que han enviudado apenas tienen tiempo para vivir el duelo cuando ya se encuentran frente a la tarea de asumir además de sus responsabilidades de madre, el rol del padre. Las que en la mitad de la vida matrimonial se separan, también sienten la obligación de dar rápidamente vuelta la página y volver a funcionar como familia, a pesar de la pérdida de la pareja y la ausencia del papá. En el caso de las madres solteras, el dolor de no poder compartir cotidianamente las penas y alegrías del ser padres es igualmente intenso, pero se transforma luego en una carga con la que es preciso aprender a vivir.

La ausencia del padre
Según psicólogos infanto-juvenil con vasta experiencia en temas de familia, existe una tendencia muy acentuada -a excepción de las mujeres que han enviudado- a que las madres traten de ‘borrar’ al padre del contexto familiar. “Hay pocas mujeres que logran separar sus conflictos y rabias y, en general, traspasan a los niños los sentimientos de frustración derivados de la relación de pareja. Es frecuente que los niños se transformen en confidentes de la mamá y reciban todas las críticas que ella hace del padre”, indica la psicóloga.

Como consecuencia, hay un alto porcentaje de niños que no tienen padres funcionando no sólo por la irresponsabilidad del propio padre, sino por los efectos de la conciencia de la madre. “Las mamás deben tener claro que es muy importante la presencia del padre en la educación y formación de los niños, especialmente en los hijos varones”,

Si el padre está ausente de la vida del niño, es preciso proporcionarle igualmente una imagen paterna, porque eso le asegura un equilibrio emocional y la posibilidad concreta de poder, en un futuro, formar una familia. Un sustituto masculino significativo para el niño puede ser alguno de sus abuelos, un tío e incluso algún profesor y para establecer una relación entre ambos, es preciso que exista una clara disposición de ese sustituto a establecer un vínculo con el niño más allá de su parentesco o relación inicial.
Asimismo, es vital entregarle respuestas coherentes y consistentes frente a la pregunta ¿tengo papá? o ¿por qué mi papá no está conmigo?. Éstas varían dependiendo de la historia de cada madre, pero siempre, “deben entregarle al niño la certeza de que él tiene un padre, que puede estar lejos en el caso de las madres solteras o separadas, pero que en algún momento puede volver; o que está en el cielo, cuando se trata de madres que han enviudado, pero que estará siempre presente en su corazón”.
Asimismo, es vital entregarle respuestas coherentes y consistentes frente a la pregunta ¿tengo papá? o ¿por qué mi papá no está conmigo?. Éstas varían dependiendo de la historia de cada madre, pero siempre, , “deben entregarle al niño la certeza de que él tiene un padre, que puede estar lejos en el caso de las madres solteras o separadas, pero que en algún momento puede volver; o que está en el cielo, cuando se trata de madres que han enviudado, pero que estará siempre presente en su corazón”.

Mamás solteras
Durante la crianza, las mamás solteras se enfrentan entre el segundo y tercer año de vida de su hijo a la pregunta ¿y mi papá?. Se señala que a pesar que siempre deben darse al niño respuestas consistentes, “cuando el menor es pequeño, no conviene entrar en detalles porque no está preparado para entenderlos. Lo único que quiere es tener un padre y tiene derecho a pensar que él existe”.

Si el padre conoce al niño y quiere participar de su educación, es recomendable que la madre lo permita, pero al mismo tiempo regule su presencia. Hay que proteger a los niños de relaciones inestables, por eso no es conveniente que el padre aparezca cuando quiera, sino que -por el beneficio del niño- participe de manera constante. Por esta misma razón, las madres deben tener especial cuidado al presentarle a sus hijos a su nueva pareja, porque de ser algo pasajero, los exponen a vivir una nueva pérdida.

Asimismo, es habitual que el padre no se haga presente y en situaciones como ésta la psicóloga recomienda, “decirle al niño, por ejemplo, que su padre vive en otro lugar, porque con los años puede aparecer. De hecho, muchos padres aparecen cuando los niños son preadolescentes o cuando ya están entrando a la adultez”. Como señala la profesional, es mucho mejor que el niño tenga la ilusión de que su padre está lejos, pero que existe, a vivir con un sentimiento de abandono constante.
Sin embargo, las madres tienen que poner especial cuidado en no sobreestimular la figura del padre para no hacer crecer en el niño falsas expectativas respecto a él. “No se trata de retratar al padre ausente como Superman o decirle que cuando regrese le va a traer regalos; sino simplemente que existe y que tiene que vivir en otro lugar, pero que a pesar de eso lo quiere mucho”. Los psicólogos explican que a medida que el niño crece y su pensamiento se vuelve más complejo, hay que darle más explicaciones. “Es recomendable, por ejemplo, que la madre le diga al niño: tu papá y yo nos separamos, por razones de trabajo el tuvo que irse lejos, pero quizás en algún momento escribirá

Mamás separadas
Acá se señala que cuando los padres se separan y el que se va de la casa se desentiende de los hijos, los niños viven la situación con un dolor muy profundo, el que comparan incluso con la sensación de que su padre hubiera muerto y se sienten desconcertados frente a su repentina ausencia.

En el caso de una separación matrimonial, la psicóloga recomienda que las madres se esfuercen al máximo para lograr que el padre siga presente en la vida de los hijos. Asimismo, indica que hay casos en que ellos tratan de estar cerca de los hijos pero se encuentran con el muro de la madre. “Muchas veces los padres quieren participar, pero las madres no los dejan o supeditan la pensión alimenticia a las visitas. Pero ¿si el padre en algún momento no puede pagar, la mamá va a exponer al niño a la ruptura con su papá?. Las dos cosas no deberían estar relacionadas, porque se perjudica la estabilidad emocional del niño”,

Si después de la separación es el padre el que se olvida de los hijos, las mamás deben explicarles la situación diciendo, por ejemplo: ‘tu papá está pasando por un mal momento. Tengamos fe y esperemos, porque él te quiere y seguramente después de un tiempo va a buscarte’. En este escenario, la madre nunca debe presionar al padre para que vea a sus hijos porque si no quiere hacerlo, al niño no le va a hacer bien estar con él. No le va a transmitir amor y la madre tiene la obligación de proteger a su hijo de eso

Mamás viudas
Cuando la causa de la ausencia del padre es la muerte, es importante que los niños tengan cerca una figura paterna que lo reemplace. De esta manera sabe que además de llevar el recuerdo de su padre en su corazón, tiene a alguien cercano a quien recurrir cuando necesite hablar de hombre a hombre o jugar y aprender cosas que no podría hacer sólo con la ayuda de su madre.

En este sentido, se señala que es muy importante el papel que juegan los abuelos, ya que si el niño tiene la suerte de criarse con alguno de ellos, el dolor de no tener a su padre junto a él va a ser mucho más tolerable. La psicóloga recomienda que en este caso la madre se acerque a su padre o a su suegro y le pida -explícitamente- que participe de manera activa en la educación de su hijo.

Como indican los expertos, en la sociedad occidental se prescinde mucho de los abuelos y no se valora lo que ellos pueden entregarle a los nietos. “En general, los niños criados con sus abuelos son niños muy seguros porque han sido desde su infancia tremendamente queridos y reforzados. Lo único que quieren muchos abuelos es estar cerca de sus nietos y eso es algo que las madres que están solas y las familias en general, deben rescatar”.

La mutua felicidad
Las madres que crían solas a sus hijos y los niños que crecen sin su padre, pueden, al igual que las familias normalmente constituidas, alcanzar la felicidad. Sin embargo, esto requiere un trabajo de desarrollo personal conciente y constante por parte de las madres, las que deben estar permanentemente cuestionándose respecto a la educación de sus hijos. Muchas madres los ven como extensiones de ellas mismas, por lo tanto, les exigen cumplir con sus expectativas y, por otra parte, les resulta difícil colocar límites y hacerlos respetar normas, como una manera de compensar la ausencia del padre.

Es beneficioso, que las madres tengan grupos de amigas y amigos, que realicen alguna otra actividad aparte de su trabajo y que siempre estén rodeadas de otras madres, para así comparar el desarrollo de su hijo con respecto al resto. 
De esta manera pueden prevenir transformarse -producto de la presión y la soledad- en madres sobreprotectoras, omnipotentes y asfixiantes, y alcanzar, tanto ellas como sus hijos, la mutua felicidad.
Dr Pedro Barreda